Del 7 al 13 de mayo 2007 viajé con tres amigas españolas al sur de Marruecos y a los territorios ocupados del Sahara Occidental, con el fin de obervar de cerca la situatión bajo la ocupación marroquí y expresar nuestro apoyo a los activistas de los derechos humanos. (Foto: el río Saguia el Hamra)
Agadir
Llegamos a Agadir por vía aérea, en donde pasamos una noche y al día siguiente nos fuimos en coche alquilado a Gulemin para quedar con un activista de derechos humanos.
Nuestro viaje no había sido programado previamente, ni fechas ni lugares, visitaríamos a los saharauis sobre la marcha.
Gulemin
Ya al llegar a esta ciudad del sur marroquí, puerta del desierto, cualquiera pueda percibir la presencia importante de una comunidad saharaui, muchos hombres y mujeres con vestimenta saharaui.
Pasamos una media jornada en un barrio saharaui, la casa del activista había sido objeto de un allanamiento por la policía, quiénes destruyeron la puerta para entrar y confiscaron documentos. Fuimos juntos a la casa de una familia saharaui, durante la charla se grabó en mi corazón unas palabras de la madre, que dirigiéndose a su hijo y al activista bromeó con amargura y cariño: “¿por qué no inmigáis al extranjero en vez de cumplicarnos y cumplicaros la vida en esta tierra?”.
Por la tarde, desde la azotea se observan los cerros teñidos por el sol poniente, de uno de ellos emerge una enorme inscripción blanca con el lema “Dios, Patria, Rey”; esta inscripción nos acompañará allí donde vayamos.
En aquellos momentos estabamos en espera de que se organizara una concentración, vino un joven saharaui, quien nos contó brevemente lo que había pasado la semana anterior en la universidad de Agadir. En su cara se leía preocupación de que lo detengan las autoridades en la calle, pero en el momento de irse nos lanzó una sonrisa serena, formando V con sus dedos.
En cuanto estuvimos informadas del momento de la concentración, salímos por la calle para asistir de lejos, había una veintena de saharauis gritando lemas tales como: “¡prisioneros nuestros, seguiremos vuestra lucha!”, “¡mártires nuestros, seguiremos vuestro camino!”. Este era el lazo solidario con los que han pagado y están pagando con su vida por la causa y la determinación firme en la lucha de liberación... Y llegadas las fuerzas marroquíes, los han dispersado en el crepúsculo.
Y nosotras, dejamos atrás la ciudad de Gulemin para avanzar hacía Tan Tan, en donde pasamos una noche.
El Aaiún
Bajando al sur, con la vista del Atlántico a la derecha, la costa está salpicada de cabañas humildes de pescadores y cuanto más cerca está el Sahara Occidental, más frecuente y pesado es el control policial.
Alrededor de 15 minutos despues de haber pasado la latitud 27,40º -lo supongo, porque naturalmente no hay nada para indicar la frontera del Sahara Occidental- emerge en el horizonte una silueta parecida a una ciudad de alcazaba legendaria: El Aaiún.
Ante ella, como si fuese para protegerla, se extiende el río Saguia el Hamra, parecido a un lago, en el cual se posaban flamencos: un paisaje sosegado... que nos invita a soñar.
Pero esta imágen, realmente bella, se apaga, cuando se entra en la ciudad.
Estamos en una ciudad de ocupación, lejos de la serenidad, lo que se observa desde dentro es una convivencia impuesta y forzada entre los colonos marroquíes y los saharauis.
Las construcciones nuevas y simbólicas, en las que tanto han invertido los marroquís para llevar a cabo un hecho consumado, son tan abrumadoras que ni siquiera nos permiten imaginar lo que existió antes en este sitio.
Paseamos sin rumbo fijo... a donde se vaya se encuentra al menos un retrato del rey y una bandera marroquí, omnipresentes como un ojo de Big Brother (Gran Hermano). Según me explicaron, es obligatorio ponerlos en los festejos nacionales y en la visita del alto responsable del gobierno, y las dejan a su sitio para evitar ser víctima de la falsa acusación de atentar contra la “sacralidad del reino”.
La primera noche en El Aiún, decidimos pasarla en la playa, lejos de la ciudad humillada. Pero allí, lo que nos esperaba era otra cara de la ocupación.
Atraídas por la música saharaui que resonaba desde un hotel, nos acercamos por curiosidad a la fiesta que estaba en plena animación, los saharauis bailaban con extranjeros. Un rato despues nos enteramos de que los extranjeros eran de una ONG de EEUU y el organizador saharaui fue Bachir Edkhil, presidente de la ONG “Alter Forum”, transfuga del Polisario.
Los americanos son del tipo “Programa de Comisión Sanitaria” montado por esta ONG “saharaui”, para dar al mundo exterior -en este caso a los EEUU- una imagen de la marroquinización del Sahara Occidental, y al unísono hacer propaganda ante los habitantes saharauis a favor de la idea autonomista, en colaboración con las autoridades marroquíes.
Sin embargo, en pleno escenario de tal actividad, un par de mujeres en melahfa se acercaron a nosotras y una de ellas se atrevío a contarnos en voz baja y breves palabras su pasada encarcelación y su sed de libertad, eso, aunque su compañera le exhortaba a ser prudente con sus palabras.
Parecía que en su estado de asfixia hubiera encontrado un agujero de aire al ver gente de fuera... y no lejos de nosotras había un hombre con una bandeja siempre vacía supervisando todo lo que ocurría en la sala.
Tras la “fiesta”, nos sentamos en la playa nocturna, el aire del mar borra por un momento la imagen de la ocupación para dejarnos disfrutar de El Aaiún imaginaria, liberada... mientras que no lejos de nosotras, un coche iba y venía con extrema lentitud.
Segundo día en El Aiún: comenzamos con una visita turística cerca de la ciudad, al Oasis Lemseid privatizado y comercializado, donde creció Mohamed Bassiri, el pionero del movimiento de liberación saharaui y desaparecido en el levantamiento de Zemla de 1970. Protegidas por palmeras, disfrutamos de un ambiente tranquilizador, sentadas alrededor de la comida y el té preparado por un trabajador del lugar.
Al volver a la ciudad, desde la ventana del coche observamos un barrio humilde formado por cabañas, suponíamos que los habitantes eran saharauis. Más tarde, me explicaron que sí, y que la política de colonización marroquí los marginó, dejando en la pobreza a muchos saharauis por poner a los colonos en su sitio. No cabe duda de que el dinero invertido en esta ciudad es para favorecer a los colonos y no a los saharauis.
Por la tarde logramos realizar dos encuentros, uno tras otro, con los activistas de los derechos humanos. En el camino, cuando pasaba en coche delante de un instituto, vimos a unos policías metiendo a un alumno saharaui en su furgoneta, así se lo llevan a los interrogatorios. Según un comentarario saharaui, es una escena habitual, ya que se infiltran policías de paisano en los institutos. Esto es una muestra de lo que significa la ocupación.
En los encuentros, tratamos de varios temas tales como múltiples formas de represíon a las que está sometida la población saharaui o sobre la emigración en “pateras” promovida de manera directa o indirecta por las autoridades marroquíes. También nos informaron de lo que estaba pasando en varias universidades marroquíes, donde Seltana Jaya, una de las numerosas víctimas de la represión brutal, perdió un ojo en la manifestación de Marrakech.
Tras los encuentros intensivamente fructíferos, visitamos en coche un barrio saharaui, Matalla, donde perduraba al rojo vivo la Intifada saharaui de 2005. Efectivamente sigue vigilado y asediado. En una oscuridad se destaca la silueta de los policías con sus furgonetas.
Entramos en nuestro hotel, allí, cayó el telón sobre nuestra jornada satisfactoria en el momento en que recibimos la visita de un policía de civil, su objetivo era nada más que vejarnos con palabras imponentes y provocadoras. Y a partir de ese momento hasta el final del viaje quedamos bien “protegidas” por los especialistas de las autoridades marroquíes, incluso en los restaurantes y hoteles.
Smara
Quinto día del viaje: cogimos la carretera de Smara, que transcurre cerca de la cinta transportadora de cinta del fosfato que va de Bucraa al puerto de El Aaiún. Tras cuatro horas de recorrido, bajo una temperatura sofocante, llegamos a una casa saharaui; por supuesto escoltadas por un Fiat blanco ya familiar.
En la casa estaban reunidos ex presos, amigos y amigas; un ambiente parecido al de los campamentos, con los niños pequeños.
Pasamos una media jornada en la casa, nos mostraron varios videos de la Intifada saharaui.
En un momento dado, las mujeres se marcharon a sus casas, se acababan de enterar de lo que estaba ocuriendo en la universidad de Casablanca, en donde tenían hijos y querían esperar en casa cualquier llamada telefónica.
Después, antes de abandonar esta ciudad santa, seguimos al coche de nuestros amigos que nos guiaron hacia algunos barrios saharauis en donde se veían muchísimos restos de pintadas de la bandera saharaui ahora borradas, pero aún quedaban algunas en las paredes. Los dos coches deambulaban muy lentamente por la calle. Vi a tres chicos sentados en una sombra polvorienta, uno de ellos cruzó la mirada conmigo, nos sonreímos; de repente se dio cuenta de la presencia de un ex preso a mi lado, me dedicó, además de una sonrisa preciosa, una seña: formó la V con sus dedos, pero en su pecho, como si quisiera esconderlo entre sus pequeños hombros... seguramente entendiera que las visitantes extranjeras eran sus amigas.
Después de la despedida con los amigos saharauis en una salida de la ciudad, nuestro coche se dirigió hacía Tan Tan atravesando el desierto salpicado de lentísimos controles nocturnos. Pasamos la noche en aquella ciudad totalmente vigiladas, dos hombres pegaron la oreja en la puerta de nuestra habitación.
Sidi Ifni
Pequeña ciudad costanera del sur de Marruecos, codiciada por los paises colonialistas desde el siglo XVIII. Hasta 1969 fue un enclave español.
La visitamos de paso, nos sentamos en un restaurante para comer, en donde nos esperaba una sorpresa.
Conversábamos con el dueño de manera banal y turística, pero cuando quisimos pedirle la cuenta, nos trajo un postre especial diciéndonos: “es para las amigas del pueblo saharaui”. Se nos iban a salir los ojos de las órbitas. ¿Cómo lo supo? Quedará en el misterio. ¿Le avisó alguien que nos vio perseguidas?...
Él guardaba copias de fotos del Sidi Ifni de la época española. La añoraba tanto cuanto más los marroquíes quieren eliminar cualquier huella española visible o no visible, y expresaba su sed de independencia. Tenía un familiar que pasó una parte de su vida en la cárcel. ¿Es cierto que no hay un sólo saharaui que no tenga entre sus familiares una víctima de desaparición, encarcelamiento o torturas cometidos por las autoridades marroquíes?
Agadir
Volvímos a Agadir para encontrarnos con los estudiantes saharauis, y pasar la última noche de nuestro viaje. Logramos desplazarnos al lugar de la cita, pese a ser estorbadas por los “enviados espaciales” de las autoridades marroquíes, y entramos en el ambiente saharaui con los estudiantes de la universidad de Agadir. Ellos que viven bajo la represión sin medida, nos contaron lo que había pasado en la universidad el día 2 de mayo.
Provocación de carácter ofensivo por parte de un grupo de Amazegh (bereberes), provisto de armas blancas, que actúa hace años en el campus universitario con actitudes discriminatorias, jaleado por las autoridades. Aquel día dicho grupo obstaculizó el paso a tres estudiantes saharauis, la querella se extendió, y la intervención policial se transformó enseguida en represión contra los saharauis; causó 5 detenidos y varios heridos -uno de ellos estaba con nosotros- pero ninguno del grupo amazegh detenido.
Según el comentario, no era la primera vez que ha ocurrido este tipo de suceso. Es una escena que se repite durante el periodo de exámenes. Entretanto otros policías irrumpen en las habitaciones de las residencias estudiantiles, confiscando documentos: los estudiantes se ven obligados a renunciar a presentarse a los examenes.
Debido a esta represión, en otras universidades y ciudades, hubo una oleada de manifestaciónes saharauis, el resultado abrumador es el que ya conocemos.
(Ver http://www.afapredesa.org/, http://poemariosahara.blogspot.com/ )
Uno de los estudiantes, sinceramente preocupado por el destino de sus amigos, nos pedía que hiciéramos algo para sacar de la prisión a los 5 estudiantes, ellos han comenzado la carrera de estudios este año.
En cuanto a la relación general con los estudiantes marroquís, comentaban que no estaba mal, intentando siempre establecer un dialogo para que conozcan el derecho del pueblo saharaui. Además hay un grupo, “Vía democrática” que está en favor de la autodeterminación y hace de vez en cuando una exposición en el campus en la cual tratan el tema.
Aunque duró menos de tres horas, el encuentro con los jovenes repletos de voluntad e intenciones puras, resultó emocionante y prometedor de esperanza en este conflicto que dura demasiado.
Regreso del viaje
Sobran las palabras, fueron fructíferos los encuentros con los activistas de los derechos humanos y con los estudiantes. Además de esto, lo que se grabó en mi mente fueron las muestras espontáneas que emergían en el lugar menos pensado; tal como la confidencia de la mujer en la fiesta de El Aiún; la V del niño en la calle de Smara; el agradecimiento a nuestra solidaridad del dueño del restaurante en Sidi Ifni...
Ello me recuerda un artículo escrito en 1985 por Paul Balta, periodista francés especialista del Maghreb. En él, Balta, tras haber contado la dificultad de oír la verdadera voz de los saharauis, describía una escena: paseando por la calle, un niño se le acercó y tras darle un trozo de papel, se marchó. En el papel estaba escrito: “Viva el Polisario”. Y tras 22 años sigue igual la situación opresiva en los territorios ocupados...
También en mi memoria se grabó una imagen que me ronda sin encontrar asiento. Se trata de un chico demente con vestimenta saharaui a quien vimos en la playa de El Aaiún. Vagaba por aquella zona pronunciando, a veces a gritos, su apoyo al Polisario y su hostilidad hacia Francia, país amigo de Marruecos y sin el cual no habría podido mantener la ocupación. Ya había oido hablar de marroquís y saharauis que habían perdido el juicio tras ser torturados persistentemente, ¿era ese su caso?
En fin, esta sociedad asfixiada, impregnada del miedo a ser oído o mirado, no debe ser desconocida para los españoles; en su memoria personal o colectiva todavía está fresca la de la epoca franquista. El pueblo español debe ser uno de los pueblos que puedan entender en su piel la vida de los saharauis en los territorios ocupados o en el exilio, lejos de su tierra querida.
Además, el destino que están sufriendo los saharauis, ha sido creado por España: salió de su colonia sin cumplir su deber de descolonización, como lo han hecho otros paises colonialistas, dejándola a merced de la ocupación del país vecino. ¿No será una mancha deshonrosa en la historia de la democracia española?
Sin embargo, por la descolonización del ex Sahara español, ningún gobierno de España ha hecho un esfuerzo eficiente, como sí lo hizo Portugal con su ex colonia Timor Oriental. Lejos de eso, el gobierno actual tiene una política activa de compromiso con Marruecos, apoyando su idea de autonomía en el seno de las Naciones Unidas, fuera de la órbita de la legalidad internacional, negando el derecho de un pueblo para elegir su futuro a traves de un referéndum de autodeterminación.
A los ojos de cualquier persona, es un conflicto que está durando demasiado. Nadie, a parte de un puñado de individuos beneficiados por el conflicto, desea su continuación. No obstante, no debe darse por finalizado despreciando la voluntad del dueño de la tierra. Si no, será el comienzo de otra situación conflictiva..., porque el pueblo saharaui no se conformará con vivir en una sociedad impuesta, mal de su grado. Me lo reafirmó este viaje.
“Los que rechazan el referéndum tienen miedo de la verdad”
Xanana Gusmão, líder del movimiento de liberación de Timor Oriental
Keico Shingo, Granada
Fuentes:
*AFAPREDESA
*SaharaLibre.es
*Poemario por un Sáhara Libre
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