LQSomos (Para Kaos en la Red)
09.11.2007
Y me pregunto yo una y otra vez: ¿desde cuando la soberanía de un pueblo la deciden los intereses económicos de una potencia extranjera que, para colmo, tuvo la desvergüenza de abandonarles cobardemente a su suerte, mientras los aviones marroquíes planeaban sobre sus tierras y aterrorizaban a su desarmado pueblo, sembrando el fósforo y el NAPALM sobre las caravanas de la población civil
Y otra vez el alcalde de Las Palmas, Jerónimo Saavedra, (PSOE) se afirma en su posición de que, prefiere una autonomía marroquí para el Sáhara que una república islámica independiente, con los posibles riesgos para España de su islamización.
Desconozco a estas alturas qué inversiones en riesgo impulsan a hombre tan progresista y de tanto prestigio a emitir una y otra vez tan reaccionaria afirmación.
No espero a estas alturas cambiar la orientación de voto de los que, en solo unos meses, serán convocados para unas próximas elecciones en España, pero no expresar mi opinión al respecto en estos momentos y callar sería tanto como hacerme cómplice de una situación que me avergüenza como ciudadano de este país que todavía ostenta legalmente la administración de unas tierras que fueron ocupadas por la fuerza de las armas aquellos días en que el Dictador entregaba su negra alma al Diablo, en un momento en el que una crisis interna del reina de Marruecos le llevó a una huida hacia delante; en el momento en que una orden de Naciones Unidas obligaban a España a una descolonización de aquellas tierras; algo que llevó a nuestro Gobierno de entonces a abandonar vergonzosamente aquel territorio ante el avance de los desarrapados y las ametralladoras marroquíes.
No es la primera vez que expreso aquí mi opinión con respecto a aquella ocupación ilegal que practicó Marruecos hace ahora 32 años pero, prefiero pecar de reiterativo que de cómplice con el criminal silencio. Y no solo lo digo por el carácter dictatorial y fascista de un régimen corrupto que solo busca el enriquecimiento personal, ni por la persecución de sus periodistas y dirigentes sindicales y la ausencia de libertades y salidas económicas que obliga a su población a buscar la desesperada salvación y la muerte en la pateras que llegan nuestras costas, donde sofisticados medios de localización les devuelven en la mayoría de los casos a su país de origen, por cierto, ¿cuándo se enemistará de nuevo nuestro Gobierno con el sátrapa de Rabat para que podamos ver aquel magnífico filme, El atentado, que sí tuvimos ocasión de ver aquí cuando e l Enano aún vivía?, aquella en la que Mohamed V persiguió su opositor, Ben Barca, hasta asesinarlo en el extranjero, tal como hiciera Stalin con Trotsky, o como hiciera Franco cuando recibió de la Gestapo a Companys, Cruz Salido, Zugazagoitia y tantos otros antifascistas en el pasado.
Dejo para otros enumerar los bienes y riquezas acumulados por Mohamed V, Hasan II y Mohamed VI, así como sus allegados, los que se enriquecieron con la ocupación, los que administran ilegalmente las tierras ocupadas, los que son dueños de vidas y haciendas, tanto marroquíes como saharauis. Cuando rompo mi silencio no lo hago para exigir un trato más digno para los hijos del desierto que ahora sufren las penalidades de la persecución y la tortura por reclamar su autodeterminación como pueblo soberano, si no porque que creo que son ellos los únicos a decidir su destino, bajo qué bandera han de vivir y morir, qué retrato ha de presidir las aulas de sus escuelas y de sus universidades, donde trazarán una raya que les señale sus propias fronteras y les identifique como pueblo soberano.
Lo que quizás más me duele de las declaraciones de este “prestigioso” ex ministro socialista es que dice que, para España no sería bueno que los saharauis recuperasen su independencia . (¡Qué diría Pablo Iglesias!) Y me pregunto yo una y otra vez: ¿desde cuando la soberanía de un pueblo la deciden los intereses económicos de una potencia extranjera que, para colmo, tuvo la desvergüenza de abandonarles cobardemente a su suerte, mientras los aviones marroquíes planeaban sobre sus tierras y aterrorizaban a su desarmado pueblo, sembrando el fósforo y el NAPALM sobre las caravanas de la población civil que huía buscando su salvación en el infierno del desierto, con los pocos enseres y tal vez la cabra que habían salvado en la precipitada huida; aquel ejército de usureros, de empresarios sin escrúpulos, de policías corruptos que, aún no arriada la bandera franquista de los cuarteles presurosamente desalojados por la Legión Española, ya avanzaban como ratas para repartirse el botín, ya tomaban posiciones con sus proyectos, sus gasolineras, sus hoteles para recibir a los “benefactores” de toda laya que quisieran invertir sin grandes riesgos en aquellas tierras.
Escribo estas líneas, como digo, más por lavar mi mala conciencia de ciudadano que un día vistió el uniforme militar español en aquellas tierras que llevado del convencimiento de que pueda influir sobre las personas que esto lean. Pues esto que ahora escribo no es más que un grano de arena perdido en la inmensidad del desierto, en tanto que cualquier declaración de un líder de un partido sí que crea opinión.
Si repasásemos someramente la historia de España, como la de cualquier otro país que en el pasado se conformo en Imperio, tendríamos sobradas razones para sentir auténtica vergüenza por nuestro pasado histórico, más incluso cuando se trata de dar lecciones de democracia a nadie.
Expulsamos a los árabes y a los judíos de aquella España de los católicos reyes hace más de quinientos años, no sin antes despojarles de todos sus bienes, cuando no les sometimos a nuestro credo religioso por la fuerza o les arrojamos a la hoguera de la Inquisición (tal como hicieran más tarde los nazis de Hitler en el siglo XX); actuamos como piratas y actuamos como auténticos corsarios y negreros desde el momento mismo en que C. Colón y sus marines pusieron los pies en el Nuevo Continente aquel nefasto 12 de octubre; llevamos la guerra y la desolación por media Europa, desplegando banderas de muerte, arcabuces y espingardas de la mano de los gloriosos Tercios de Flandes, de los que tan orgullosos debíamos sentirnos, según el profesor de Formación del Espíritu Nacional; sacrificamos inútilmente generaciones de quintos y de míseros cabileños para salvaguardar las inversiones del sanguinario monarca en un Marruecos que, como se demostró, solo servía para que los militares africanistas hicieran carrera y acumularan privilegios para sí mismos y para su estirpe de guerreros, aquellos que cuando el Presidente Azaña cerró la Academia Militar de Zaragoza se conjuraron para destruir el proyecto republicano, convirtiendo el territorio nacional en un inmenso coto de caza, cacería esta que se prolongaría hasta más allá de la muerte del “Invicto Caudillo”; durante siglos actuamos con mano de hierro en Cuba y en el resto de la América Española, que tuvimos que abandonar entre la derrota y la vergüenza, dejando atrás una estéril y siniestra huella; tras perder una guerra contra el fascismo este pueblo asistió a la doble humillación de ver marchar a sus hombre para combatir en Rusia al comunismo, hombro con hombro con los hombres de la Legión Cóndor que destruyeron Guernica en 1937 y que aterrorizaban a la población civil de las ciudades con su presencia entonces; fuimos amigos de todos los dictadores iberoamericanos y europeos que se pusieron a nuestro paso, a falta de otro reconocimiento internacional a nuestro Gobierno, que torturaban, asesinaban y hacían desaparecer a sus disidentes y opositores: Mussolini: Petain, Mussolini, Getulio Vargas, Batista, Trujillo, Perón, los Somoza, Salazar, Pinochet, los Mohamed V, los Faruk, los Burguiba...
¿Podrá alguien enumerar un solo hecho histórico de la época previa a la actual? si excluimos la no intervención en la I Guerra Mundial y poco más, en el que salimos airosos y no acumulasen más vergüenza e ignominia sobre nuestra memoria de pueblo si no fue la guerra antifascista que este mantuvo en solitario frente al fascismo internacional entre 1936 y 1939
Una exposición detallada de los numerosos crímenes que pesan sobre los colores de esa “gloriosa” bandera que los militares pasean por la gran avenida de Madrid en su mani anual del 12-O ante el Borbón nos llevaría varios volúmenes y no es el motivo principal de este artículo o como queráis llamarlo. Pero, como digo más arriba, que sea el pueblo saharaui el único que decida en un referéndum limpio su destino, y no los empresarios del crimen y la explotación de Rabat y de El Aaiún.
Y si acaso alguien de los que estamos convocados para las próximas elecciones generales en España lee este escrito, que se repiense su voto, para no caer en la torpeza de dárselo a aquellos que no apoyen al pueblo saharaui en sus justas reivindicaciones.
¡¡VIVA LA REPÚBLICA ESPAÑOLA Y VIVA LA REPÚBLICA ÁRABE SAHARAUI DEMOCRÁTICA!!
LQSomos. Ángel Escarpa Sanz. Noviembre de 2007. Islas Canarias
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Fuentes:
*Comitè Català Aminetu Haidar
*Kaos en la Red
09.11.2007
Y me pregunto yo una y otra vez: ¿desde cuando la soberanía de un pueblo la deciden los intereses económicos de una potencia extranjera que, para colmo, tuvo la desvergüenza de abandonarles cobardemente a su suerte, mientras los aviones marroquíes planeaban sobre sus tierras y aterrorizaban a su desarmado pueblo, sembrando el fósforo y el NAPALM sobre las caravanas de la población civil
Y otra vez el alcalde de Las Palmas, Jerónimo Saavedra, (PSOE) se afirma en su posición de que, prefiere una autonomía marroquí para el Sáhara que una república islámica independiente, con los posibles riesgos para España de su islamización.
Desconozco a estas alturas qué inversiones en riesgo impulsan a hombre tan progresista y de tanto prestigio a emitir una y otra vez tan reaccionaria afirmación.
No espero a estas alturas cambiar la orientación de voto de los que, en solo unos meses, serán convocados para unas próximas elecciones en España, pero no expresar mi opinión al respecto en estos momentos y callar sería tanto como hacerme cómplice de una situación que me avergüenza como ciudadano de este país que todavía ostenta legalmente la administración de unas tierras que fueron ocupadas por la fuerza de las armas aquellos días en que el Dictador entregaba su negra alma al Diablo, en un momento en el que una crisis interna del reina de Marruecos le llevó a una huida hacia delante; en el momento en que una orden de Naciones Unidas obligaban a España a una descolonización de aquellas tierras; algo que llevó a nuestro Gobierno de entonces a abandonar vergonzosamente aquel territorio ante el avance de los desarrapados y las ametralladoras marroquíes.
No es la primera vez que expreso aquí mi opinión con respecto a aquella ocupación ilegal que practicó Marruecos hace ahora 32 años pero, prefiero pecar de reiterativo que de cómplice con el criminal silencio. Y no solo lo digo por el carácter dictatorial y fascista de un régimen corrupto que solo busca el enriquecimiento personal, ni por la persecución de sus periodistas y dirigentes sindicales y la ausencia de libertades y salidas económicas que obliga a su población a buscar la desesperada salvación y la muerte en la pateras que llegan nuestras costas, donde sofisticados medios de localización les devuelven en la mayoría de los casos a su país de origen, por cierto, ¿cuándo se enemistará de nuevo nuestro Gobierno con el sátrapa de Rabat para que podamos ver aquel magnífico filme, El atentado, que sí tuvimos ocasión de ver aquí cuando e l Enano aún vivía?, aquella en la que Mohamed V persiguió su opositor, Ben Barca, hasta asesinarlo en el extranjero, tal como hiciera Stalin con Trotsky, o como hiciera Franco cuando recibió de la Gestapo a Companys, Cruz Salido, Zugazagoitia y tantos otros antifascistas en el pasado.
Dejo para otros enumerar los bienes y riquezas acumulados por Mohamed V, Hasan II y Mohamed VI, así como sus allegados, los que se enriquecieron con la ocupación, los que administran ilegalmente las tierras ocupadas, los que son dueños de vidas y haciendas, tanto marroquíes como saharauis. Cuando rompo mi silencio no lo hago para exigir un trato más digno para los hijos del desierto que ahora sufren las penalidades de la persecución y la tortura por reclamar su autodeterminación como pueblo soberano, si no porque que creo que son ellos los únicos a decidir su destino, bajo qué bandera han de vivir y morir, qué retrato ha de presidir las aulas de sus escuelas y de sus universidades, donde trazarán una raya que les señale sus propias fronteras y les identifique como pueblo soberano.
Lo que quizás más me duele de las declaraciones de este “prestigioso” ex ministro socialista es que dice que, para España no sería bueno que los saharauis recuperasen su independencia . (¡Qué diría Pablo Iglesias!) Y me pregunto yo una y otra vez: ¿desde cuando la soberanía de un pueblo la deciden los intereses económicos de una potencia extranjera que, para colmo, tuvo la desvergüenza de abandonarles cobardemente a su suerte, mientras los aviones marroquíes planeaban sobre sus tierras y aterrorizaban a su desarmado pueblo, sembrando el fósforo y el NAPALM sobre las caravanas de la población civil que huía buscando su salvación en el infierno del desierto, con los pocos enseres y tal vez la cabra que habían salvado en la precipitada huida; aquel ejército de usureros, de empresarios sin escrúpulos, de policías corruptos que, aún no arriada la bandera franquista de los cuarteles presurosamente desalojados por la Legión Española, ya avanzaban como ratas para repartirse el botín, ya tomaban posiciones con sus proyectos, sus gasolineras, sus hoteles para recibir a los “benefactores” de toda laya que quisieran invertir sin grandes riesgos en aquellas tierras.
Escribo estas líneas, como digo, más por lavar mi mala conciencia de ciudadano que un día vistió el uniforme militar español en aquellas tierras que llevado del convencimiento de que pueda influir sobre las personas que esto lean. Pues esto que ahora escribo no es más que un grano de arena perdido en la inmensidad del desierto, en tanto que cualquier declaración de un líder de un partido sí que crea opinión.
Si repasásemos someramente la historia de España, como la de cualquier otro país que en el pasado se conformo en Imperio, tendríamos sobradas razones para sentir auténtica vergüenza por nuestro pasado histórico, más incluso cuando se trata de dar lecciones de democracia a nadie.
Expulsamos a los árabes y a los judíos de aquella España de los católicos reyes hace más de quinientos años, no sin antes despojarles de todos sus bienes, cuando no les sometimos a nuestro credo religioso por la fuerza o les arrojamos a la hoguera de la Inquisición (tal como hicieran más tarde los nazis de Hitler en el siglo XX); actuamos como piratas y actuamos como auténticos corsarios y negreros desde el momento mismo en que C. Colón y sus marines pusieron los pies en el Nuevo Continente aquel nefasto 12 de octubre; llevamos la guerra y la desolación por media Europa, desplegando banderas de muerte, arcabuces y espingardas de la mano de los gloriosos Tercios de Flandes, de los que tan orgullosos debíamos sentirnos, según el profesor de Formación del Espíritu Nacional; sacrificamos inútilmente generaciones de quintos y de míseros cabileños para salvaguardar las inversiones del sanguinario monarca en un Marruecos que, como se demostró, solo servía para que los militares africanistas hicieran carrera y acumularan privilegios para sí mismos y para su estirpe de guerreros, aquellos que cuando el Presidente Azaña cerró la Academia Militar de Zaragoza se conjuraron para destruir el proyecto republicano, convirtiendo el territorio nacional en un inmenso coto de caza, cacería esta que se prolongaría hasta más allá de la muerte del “Invicto Caudillo”; durante siglos actuamos con mano de hierro en Cuba y en el resto de la América Española, que tuvimos que abandonar entre la derrota y la vergüenza, dejando atrás una estéril y siniestra huella; tras perder una guerra contra el fascismo este pueblo asistió a la doble humillación de ver marchar a sus hombre para combatir en Rusia al comunismo, hombro con hombro con los hombres de la Legión Cóndor que destruyeron Guernica en 1937 y que aterrorizaban a la población civil de las ciudades con su presencia entonces; fuimos amigos de todos los dictadores iberoamericanos y europeos que se pusieron a nuestro paso, a falta de otro reconocimiento internacional a nuestro Gobierno, que torturaban, asesinaban y hacían desaparecer a sus disidentes y opositores: Mussolini: Petain, Mussolini, Getulio Vargas, Batista, Trujillo, Perón, los Somoza, Salazar, Pinochet, los Mohamed V, los Faruk, los Burguiba...
¿Podrá alguien enumerar un solo hecho histórico de la época previa a la actual? si excluimos la no intervención en la I Guerra Mundial y poco más, en el que salimos airosos y no acumulasen más vergüenza e ignominia sobre nuestra memoria de pueblo si no fue la guerra antifascista que este mantuvo en solitario frente al fascismo internacional entre 1936 y 1939
Una exposición detallada de los numerosos crímenes que pesan sobre los colores de esa “gloriosa” bandera que los militares pasean por la gran avenida de Madrid en su mani anual del 12-O ante el Borbón nos llevaría varios volúmenes y no es el motivo principal de este artículo o como queráis llamarlo. Pero, como digo más arriba, que sea el pueblo saharaui el único que decida en un referéndum limpio su destino, y no los empresarios del crimen y la explotación de Rabat y de El Aaiún.
Y si acaso alguien de los que estamos convocados para las próximas elecciones generales en España lee este escrito, que se repiense su voto, para no caer en la torpeza de dárselo a aquellos que no apoyen al pueblo saharaui en sus justas reivindicaciones.
¡¡VIVA LA REPÚBLICA ESPAÑOLA Y VIVA LA REPÚBLICA ÁRABE SAHARAUI DEMOCRÁTICA!!
LQSomos. Ángel Escarpa Sanz. Noviembre de 2007. Islas Canarias
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Fuentes:
*Comitè Català Aminetu Haidar
*Kaos en la Red
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