miércoles, 27 de febrero de 2008

Los Gandhis saharauis


Otro excelente trabajo de Conchi Moya. Tan duro como cierto, es de obligada lectura -y visión- en estos días de discursos electorales apresurados sin tiempo, ni ganas, para detenerse a celebrar el 32 cumpleaños de la voluntad pacífica de un pueblo. Una voluntad demostrada con creces tanto en la lucha contra la ocupación marroquí, como en la construcción de la RASD contra el olvido de la comunidad internacional.
Sahara Resiste


HAZ LO QUE DEBAS
24 de febrero de 2008

"Ayudadme. Grabadme. Me van a detener”. Los dos se arrojaron sobre los periodistas españoles que se encontraban en El Aaiun aquel sábado de noviembre de 2005. Las autoridades de ocupación marroquíes conmemoraban en la capital del Sahara Occidental el triste aniversario de la Marcha Verde; mientras se recrudecían en todas las ciudades las manifestaciones pacíficas de protesta contra la ocupación. Hasana Laasairi y Brahim Tubari, jóvenes estudiantes, habían dado sus nombres y números de teléfono a los periodistas que cubrían la noticia. Después se arrodillaron en medio de la calle y empezaron a gritar “¡Viva el Sahara libre!”. Se vieron al momento rodeados de policías y les llovieron golpes de porras y culatas por todo el cuerpo. Les tiraron en un furgón policial y se los llevaron detenidos.

Arrojados al vacío. De repente se escuchó un grito y todas las miradas se dirigieron a un hombre que caía desde la azotea del hotel. Alhsehein Lemlih, un saharaui de 40 años, paseaba unos minutos antes por un barrio de El Aaiun escuchando la Radio Nacional Saharaui cuando fue sorprendido por cuatro policías que se bajaron de un coche e intentaron detenerle mientras le agredían. Alhesein escapó, echó a correr y consiguió refugiarse en un hotel cercano pero los policías le persiguieron hasta que le alcanzaron en la azotea y le arrojaron al vacío. Los testigos vieron cómo le metían en el coche de policía, llevándoselo a toda prisa y comentaron aterrorizados todos los casos que se conocían en El Aaiun de saharauis arrojados desde lo alto de los edificios. Como Sidi Ahmed Taleb, que dos años antes resultó gravemente herido en la columna y al que ningún médico quiso atender.

Los olvidados. Abba Oualia Ahmed-Mahmoud desaparecido en 1979; Abdellah Mohamed-M'Barek desaparecido en 1987; Abdellah Ramdane Mohamed- Lamine desaparecido en 1976; Abdati Mohamed-Salem Brahim desaparecido en 1976; Abeid Souhaili desaparecido en 1975; Abdelahi Abdelmajid AbdelUadoud desaparecido en 1981; Abidin Bouzeid Allal desaparecido en 1976; Ahmed Lahsen El Mehdi desaparecido en 1976; Ahmed Lamaadel El Mehdi desaparecido en 1976; Ahmed Mohamed Salem El Arbi desaparecido en 1976; Ahmed Souilem Mohamed (Terfass) desaparecido en 1976; Alouat Taher desaparecido en 1976; Ali Bachir Ali desaparecido en 1976 … más de 500 nombres, más de 500 personas de las que no se ha vuelto a saber nada, pero no están olvidados, un pueblo entero resiste para que no se borre su memoria.

Resistencia pacífica. Con precisión contaba a la periodista las torturas de las que fue víctima, las vejaciones a las que le sometieron y todo el miedo que le intentaron meter a sangre y golpes en su magullado cuerpo. Y no vaciló ni un segundo. Con frialdad detallaba todo el dolor que esculpieron en sus piernas, destrozadas y tal vez irrecuperables para siempre. Pero en El Mami Amar Salem no había odio. Explicó con ilusión cómo estaba contactando con organizaciones internacionales para conocer nuevos métodos de resistencia pacífica. Mientras, la esperanza iluminaba las cicatrices de su rostro.

“Oh, ciego”. Diez años permaneció encerrado en el infierno de los infiernos, Kalaat M'Gounat, el más triste de los presidios, negro fruto de una mente desquiciada. Diez años desaparecido sin que nadie supiera de él. A Sadik Bulahi el calvario le dejó ciego pero en aquella deriva él se aferró a la poesía como tabla de salvación. El dolor por la injusticia le dictó una noche un poema en su celda, lo compuso de memoria porque no había forma de plasmarlo en papel. Estaba ciego y enfermo y para animar a sus otros compañeros saharauis, casi trescientos en aquellos días, lo recitaba cada tarde durante los pocos minutos de sol que disfrutaban en el patio de la prisión. “Oh, ciego” se convirtió en un símbolo para todos sus compañeros presos, en la única forma de expresar su dolor y su convicción por un Sahara libre. “Erigir la emboscada / (…) / hoy ante tu altar se luce un minusválido, / y ciego se querella, / y el dolor se hunde en su corazón / transformado en ojos”.

"Aini mshaat (Mi ojo se fue)". A Sultana, una estudiante saharaui, después de reventarle el ojo con una porra por manifestarse pacíficamente, no le trataron en el hospital. Los policías la llevaron a una comisaría junto a la turística plaza Jamaa Lefna de Marraquech. La siguieron maltratando mientras se escuchaba la música de los saltimbanquis y el ruido de los turistas que allí se congregan.

Loca por el Sahara. Kbaidat se había unido a sus compañeras saharauis en una sentada para reclamar con el arma de la palabra su derecho a la libertad. Era el mes de junio de 2005 y hacía un mes que había comenzado en las principales ciudades saharauis un levantamiento pacífico reclamando el fin de la ocupación marroquí. Todas las mujeres reunidas empezaron a dar palmas y a cantar lemas por la independencia. En un par de minutos les rodearon decenas de policías y empezaron a golpearlas con sus porras. Kbaidat se sorprendió a sí misma gritando en español “Viva el Sahara libre e independiente”. Un policía le gritó: “¡Calla, loca!”. “Loca sí, loca por el Sahara”, le respondió ella. El policía levantó con odio su porra y de repente a Kbaidat todo se le volvió negro.

35 kilos. 4 años de desaparición en la cárcel de Kalaat M'Gounat le costó a Brahim Dahan su participación en una manifestación pacífica para denunciar la presencia ilegal de Marruecos en el Sáhara Occidental. Una comisión de la ONU visitaba el territorio y Marruecos detuvo a decenas de saharauis. Torturas, vejaciones, frío, falta de alimentos, palizas, insultos, muerte, terror… Brahim fue puesto en libertad años después, envuelto en un trapo y pesando 35 kilos.


Son pacíficos

“Son violentos porque están desesperados”
Gandhi

Pero yo digo:
“son pacíficos aunque están desesperados”.

Los saharauis en las zonas ocupadas
alzan la bandera blanca de su República
y recuperan sus calles.

Resistencia Pacífica.
Rebelión no violenta.

Los saharauis de las zonas ocupadas
empuñan la pacífica arma de la palabra.
En el Sahara ocupado
las calles traen vientos de cambio
y las paredes susurran lemas de libertad.
“La badil, la badil” gritan las azoteas,
testigos horrorizados de una violencia sin límite.

Los vertederos recogen sus machacados huesos,
una melhfa cubre su alma dolorida
y un joven en la calle pone la otra mejilla.
“Podrán matarme, pero no morirme”,
dijo el poeta.
“Me mataréis, pero no podréis matar mis ideas”
clama Aminetu.

Resistencia Pacífica.
Rebelión no violenta.

Los verdugos derraman impunes
la sangre de los inocentes.
A cambio se condecora al torturador
y se alaba al tirano.
Mientras, todos miramos para otro lado
y el silencio nos hace cómplices.

Los saharauis de las zonas ocupadas
responden con paz a la violencia.
Su gesto es un ejemplo
pero todos miramos para otro lado.
Nada hay más desolador
que “el silencio de los bondadosos”.

Conchi Moya

Fuentes:
*HAZ LO QUE DEBAS
*POEMARIO POR UN SAHARA LIBRE

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