Generación de la Amistad Saharaui
21 de noviembre de 2007
Atrapados en la penumbra
Ahora que la luz a traviesa la habitación, quiero contener la paz inerme del momento y con las figuras de plástico volver a dibujar mis ansias de soledad y no perderme en inútiles esfuerzos que pueden desbordar mi capacidad, hablar del ser humano requiere muchas veces de un enorme sacrificio que necesita de una gran pasión para comprender las líneas que separan la miseria de la opulencia humana.
Siempre he sentido una especial admiración por la sencillez esa virtud que convierte al hombre en un ser accesible hacia sus semejantes, una cualidad que transmite confianza y comprensión hacia los demás.
No quiero entretenerme en una reflexión de carácter filosófico, ni quiero descifrar el enigma de un concepto abstracto; quiero deciros que cuando llegué a Madrid la primera ciudad que conocí de la península debo reconocer que me sentí perdido y superado por el ritmo frenético de esa gran urbe industrial, la comunicación era nula y solo se veía a millones de personas subidas en el coche, el metro, el autobús o el tren de cercanías la prisa es su principal concepto para afrontar los problemas diarios que plantea la ciudad; la paciencia y la tranquilidad del desierto habían quedado escondidas en las paredes de Rabuni.
Cuando sentí que esta nueva situación a la que me enfrentaba era totalmente diferente a todo lo que había conocido anteriormente entonces me surgieron muchas dudas e interrogantes y me acordé mucho de Santiago de Cuba, de Tiris, de Zemmur y de mi infancia en la ciudad de Dajla y decidí como cualquier inmigrante que llega a un país que no conoce hacer de la supervivencia mi principal objetivo, porque en esta situación limite el margen de maniobra era escaso y tenía que agarrarme al primer trabajo que encontraba.
Madrid se convirtió en mi talón de Aquiles y tuve que renunciar a ella emprendiendo un nuevo viaje hacia Teruel, una provincia que desconocía totalmente y no sabía realmente en que lugar se situaba. Mis amigos tenían un piso alquilado en Alcañiz y gracias a su generosidad pude establecerme en esta pequeña ciudad y en ella intentar labrar mi futuro inmediato.
El primer acto de supervivencia era la lucha constante por sobrevivir sin papeles aceptando todo tipo de trabajos desde limpiar granjas, coger fruta durante el verano y en el duro invierno peninsular coger aceitunas; y cuando no había ningún trabajo invertíamos el tiempo en beber té, leer o escribir; alguna vez salíamos a recorrer el casco antiguo, visitábamos el barrio Árabe y Judío; luego íbamos a la gran catedral cristiana que esta en la plaza España en el centro de la ciudad y nos sentábamos en los bancos que están a su lado para contemplar su enorme majestuosidad.
Ser inmigrante, exiliado y apartida es algo imposible de asimilar a veces presentas en una comisaría de policía la documentación que acredita que eres refugiado saharaui pero el funcionario que tramita los papeles solo entiende que eres argelino o mauritano; la burocracia y las leyes injustas de este mundo le impiden a un saharaui ser lo que es realmente; por eso cuando uno viaja a Sudáfrica o Cuba y ve como lo atienden simplemente se queda sorprendido y emocionado sabiendo que existen en el mundo países que asumen la cuestión del Sahara sin complejos.
Recuerdo en una ocasión estaba en una cola interminable frente a la subdelegación de gobierno en Barcelona para tramitar una residencia y había rellenado todos los impresos con mis datos y donde aparece la palabra nacionalidad puse que era saharaui portador de un pasaporte argelino y la funcionaria que me hizo los trámites, lo miró con curiosidad y me dijo:
- ¿Cómo es que eres saharaui portador de un pasaporte argelino?
-Soy refugiado en Argelia porque Marruecos ocupa ilegalmente el Sahara Occidental y mientras persista esta situación seguiré portando el pasaporte de un país que me reconoce como refugiado.
La mujer se quedó sorprendida y con una sonrisa en los labios me dijo:
- ¿Dónde aprendiste a hablar castellano y a explicarte con tanta coherencia?
- En Cuba aprendí a hablar castellano y a sentirme saharaui porque este país siempre nos ha acogido con los brazos abiertos y sinceros.
Finalmente cogió mi expediente estampó sobre él el sello de la subdelegación y nos despedimos porque no podíamos seguir hablando la cola era inmensa y tenía que tramitar muchos papeles.
El caso de esta funcionaria del ministerio del interior es una anécdota dentro de miles y miles de situaciones incluso mucho más complicadas al que se enfrenta un inmigrante saharaui en España.
Ninguna ley de extranjería podrá ignorar que el Sahara fue la provincia número cincuenta y tres de España, su población sigue dispersa en Argelia, Mauritania, España, Francia y otros tantos países; la realidad del pueblo saharaui supera las leyes de quienes trazaron las fronteras para recluirnos en medio de la nada.
Ali Salem Iselmu
DIARIO DEL ALTO ARAGON
NUEVA ACTIVIDAD DE AVELETRA
21 de Noviembre de 2007
Liman Boicha espera que el pueblo saharaui acabe por ‘lograr la libertad’
El autor de “Los versos de la madera” protagonizó ayer en Huesca los Martes Literarios
HUESCA.- La realidad de los campamentos de refugiados del Sáhara llegó ayer a Huesca de la mano del escritor Limam Boicha, protagonista de una nueva sesión de los Martes Literarios organizados por la Asociación Aveletra.
Antes de su intervención en ese ciclo literario, Boicha relató como en él la poesía “surgió por necesidad. Yo había vivido, como el resto del pueblo saharaui, el exilio. A los 9 años de edad fui a estudiar a Cuba donde permanecí trece años. Fue la fase en que uno crece, se hace adulto y vuelve”. El regreso supuso un “fuerte” cambio físico y emocional. Buscó de nuevo su identidad y ahí empezó a fluir de forma natural una herramienta literaria que desde entonces le acompaña.
Su obra Los versos de la madera narra al lector “escalas, trayectos, ese viaje que, en cierto modo es mi voz, pero que también es la voz de todos los saharauis”. Narra su experiencia personal, y por ende, la de toda una generación a la que le ha tocado vivir el éxodo. Personas que cuando regresaron a su tierra tuvieron que “enfrentarse a la cultura saharaui, pero como si fuera la cultura extranjera. Es como tener que nacer de nuevo”, precisa Boicha. “Sentirse extraño en tu propia casa es muy duro”.
Teresa ROSAS
Fuentes:
*Generación de la Amistad Saharaui
*DIARIO DEL ALTO ARAGON
*POEMARIO POR UN SAHARA LIBRE
No hay comentarios:
Publicar un comentario