Sáhara Occidental: la última colonia en África (II)
Frank Ruddy
Embajador de los Estados Unidos de América (retirado)
Ex Vicepresidente de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO)
Conferencia organizada por el World Affairs Council en Anchorage, Alaska, 2 de noviembre de 2007
Publicado por Newropeans Magazine
Para leer la primera parte de la conferencia, ver: Sáhara Occidental: la última colonia en África. Conferencia de Frank Ruddy, ex embajador de EE UU y ex vicepresidente de la MINURSO (I)
LA MALA FE DE LA ONU:
Hay algo peor que el inaudito gasto de esta misión a lo largo de los años: el doble rasero de la ONU en su gestión: la ONU vendió a unos “don nadie”, los saharauis —por cuyo derecho a la autodeterminación debía celebrarse el referéndum—, para ganarse el favor de un “alguien”, el rey Hasán II de Marruecos, que había invadido el Sahara Occidental y perdido su reclamación sobre este territorio ante el Tribunal Internacional [de Justicia de La Haya], pero que había conseguido convencer a su viejo compinche norteafricano Boutros Boutros-Ghali para que la ONU corriera un tupido velo sobre la manifiesta agresión y ocupación del Sahara Occidental por parte de Marruecos. Y éste es un punto importante. Según los propios marroquíes o los multimillonarios grupos de presión [lobbies] que tienen en Washington, el Tribunal Internacional [de Justicia] dictaminó a favor de Marruecos allá por 1975. Como ya he indicado anteriormente, el Tribunal no hizo tal cosa, y les invito a todos ustedes a que busquen en Internet la decisión del Tribunal [TIJ] y la lean ustedes mismos.
QUÉ SALIÓ MAL EN EL [PROCESO PREPARATORIO DEL] REFERÉNDUM:
(N. del T. : El autor se refiere, en todo momento, al proceso preparatorio del referéndum, ya que éste aún no se ha celebrado. Diciembre de 2007)
Esos mismos grupos de presión [lobbies] bien remunerados que acabo de mencionar subrayan el gran aliado que tiene Estados Unidos en Marruecos. Bueno, eso es cierto. Marruecos no es la encarnación del mal. La cuestión que nos ocupa es, sin embargo, que por mucho que Marruecos nos esté ayudando a llevar a cabo misiones diplomáticas en otros lugares, sobre todo en Oriente Medio, ese mismo aliado, Marruecos, ha tenido un comportamiento mafioso en el Sahara Occidental. Por ejemplo:
Portavoces árabes que trabajaban para la ONU me informaron de que los saharauis que se registraban como votantes se quejaban (en hassanía, el dialecto árabe local) de que algunos amigos y familiares suyos se habían registrado para votar en los centros que regentaban los marroquíes, pero que nunca aparecieron en las listas de votantes. Los marroquíes los habían privado del derecho al voto. Otros se quejaban de que sus amigos o familiares estaban en la lista para registrarse como votantes, pero que los marroquíes no se lo permitieron. La policía marroquí mantenía a raya a todo el que no hubiera sido aprobado por las autoridades marroquíes. La gente que venía a registrarse determinado día, ni siquiera podía entrar. Sólo podían hacerlo los que tuvieran el sello de aprobación marroquí. Así, los marroquíes controlaban quién se registraba para votar. Bienvenidos al estado policial marroquí del Sahara Occidental. Por supuesto, esto no es lo que cabía esperar, y tampoco es el tipo de proceso que se supone que la ONU estaría dispuesta a financiar.
Precisamente por esto, no podíamos invitar a los saharauis a rellenar una solicitud de voto en nuestros centros. No se permitía a ningún saharaui estar en ningún sitio donde el Gobierno marroquí no quisiera que estuviera. No me cansaré de repetirlo: el Sahara Occidental, bajo el control marroquí, es un estado policial, algo a lo que nosotros los americanos no estamos acostumbrados, un estado policial muy eficaz, que funciona a pleno rendimiento.
Otra observación más: algunos saharauis que informaron de lo que los marroquíes les estaban haciendo, nos pidieron a los de la ONU que les buscáramos en el caso de que desaparecieran. Muchos dijeron que temían por sus vidas si los marroquíes los veían hablando con gente de la ONU. Otros nos pidiéramos que hiciéramos como si no los conociésemos si los veíamos fuera del Centro de la ONU. Decir que estaban aterrorizados es quedarnos cortos. Sus comentarios me recordaban, más que a ningún otro lugar, a Sudáfrica a principios de la década de 1970, cuando los negros te hablaban sin tapujos en la Embajada de Estados Unidos en Pretoria o Ciudad del Cabo, porque se sentían a salvo allí, pero en cuanto salían de allí fingían no conocerte, por si la policía especial sudafricana les veía hablando con “alborotadores extranjeros”.
Marruecos no quería y sigue sin querer el referéndum, porque los riesgos superan en mucho a cualquier posible ganancia. Desde su punto de vista, el status quo no es tan malo. Pero, desde el punto de vista de las relaciones públicas, Marruecos no puede permitirse el lujo de parecer el malo de la película y sigue encontrando maneras de retrasar el referéndum hasta que todo el mundo se canse del tema. Es una táctica a largo plazo que, en ocasiones, resultas simplemente absurda. En una ocasión, como si fuera una obra de Ionesco, Marruecos detuvo el proceso de identificación durante más de una semana, a un precio, otra vez, de 100.000 dólares al día, por la cuestión de si un adverbio empleado en un programa propuesto por la MINURSO era el más apropiado. Esto trajo un intercambio de cartas formales y una buena dosis de objeciones petulantes.
Si Marruecos estaba realmente interesado en aclarar el asunto, y no simplemente en retrasar el proceso, se podía haber solucionado en dos minutos, con una llamada de teléfono del antiguo embajador togolés, que hablaba francés y era quien había redactado la carta.
Ese mismo mes, el oficial de enlace marroquí con la MINURSO, un tal Mohammed Azmi, se jactó públicamente en un bar, ante un grupo de trabajadores de la MINURSO, de que él era el único que decidía si iba a continuar la identificación al día siguiente. Y para demostrarlo, cogió el teléfono (era casi medianoche) y, delante de todo el mundo, canceló las sesiones de identificación de la semana siguiente.
Estos son los actos de gente maquiavélica que hace lo que le viene en gana, con impunidad frente a sanciones de la ONU y sin tener el menor escrúpulo por la integridad [honestidad] del referéndum ni por el gasto que están ocasionando.
Estaba previsto que el proceso de identificación comenzara el 15 de junio de 1994, pero su comienzo se retrasó dos meses y medio, con un coste de millones de dólares, mientras la ONU, los saharauis y Marruecos se metían en más negociaciones que representaban una pérdida de tiempo, esta vez sobre cómo llamar a los representantes de la Organización para la Unidad Africana (OUA) que iban a venir a observar la identificación. Los marroquíes habían abandonado la OUA años antes, porque esta Organización había reconocido la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), el nombre diplomático de la patria saharaui, y Marruecos decía que no quería que la gente de la OUA participara en el referéndum. Los representantes de la OUA formaban parte del proceso del referéndum y, como bien sabían los marroquíes, tenían que estar allí. Al final se llegó a un acuerdo sobre cómo se les tenía que llamar, y se permitió la entrada a los representantes de la OUA. Lo absurdo es que todo esto ya se había resuelto en 1993, así que no había necesidad de volver a inventar la rueda una vez que había comenzado el [proceso preparatorio del] referéndum. (...)
Continúa en la siguiente entrada: Sáhara Occidental: la última colonia en África. Conferencia de Frank Ruddy, ex embajador de EE UU y ex vicepresidente de la MINURSO ( y III)
Fuentes:
*Servicio de Comunicación Saharaui de Canarias (SCSC)
*ARSO - Association de soutien à un référendum libre et régulier au Sahara Occidental (web)
*Alaska World Affairs Council
No hay comentarios:
Publicar un comentario