Una reflexión de Jordi Solans desde la RASD-TV. Terriblemente dura, terriblemente bella... Gracias...
El sueño de Sáhara se desvanece cuando los niños crecen y se convierten en adolescentes ociosos y miran de reojo a sus hermanos mayores y a sus padres, sin atreverse a preguntar si su futuro también es un puñado de arena donde sentarse, a la sombra de una pared de adobe destinada a regresar al suelo de donde se levantó. No hay sueño ni sombra capaz de cobijar a los adultos. Cuando los niños crecen, los condenamos al desierto porque son el reflejo de nuestra impotencia para conseguir la libertad en el sáhara.
Los niños, en las vacaciones, nos sonríen y nosotros soñamos con que somos solidarios, y duermen en una cama, en una casa de ladrillos que tiene una nevera repleta que inunda de luz sus ojos cuando la abren y, lentamente, obtienen el preciado tesoro de un yogourt.
El sueño del Sáhara no crece en nuestras calles porque nuestra solidaridad se concreta en un yogourt, un exquisito yogourt, donde ahogamos la ira antes de salir a la calle, antes de hablar con el resto de la gente y explicarles que los niños crecen y nosotros les llenamos la boca de arena y soledad. Solo nos emocionan los cachorros,
El sueño del Sáhara se hace líquido en nuestros ojos, y las lágrimas no bastan para regar la hamada. Soñamos con el Sáhara y despertamos angustiados cuando los niños cambian la voz y las niñas se enfundan en sus melfas de colores. No hay Sáhara, no hay futuro sin libertad. Mientras, los yogourts, lentamente, se llenan de arena.
Los niños, en las vacaciones, nos sonríen y nosotros soñamos con que somos solidarios, y duermen en una cama, en una casa de ladrillos que tiene una nevera repleta que inunda de luz sus ojos cuando la abren y, lentamente, obtienen el preciado tesoro de un yogourt.
El sueño del Sáhara no crece en nuestras calles porque nuestra solidaridad se concreta en un yogourt, un exquisito yogourt, donde ahogamos la ira antes de salir a la calle, antes de hablar con el resto de la gente y explicarles que los niños crecen y nosotros les llenamos la boca de arena y soledad. Solo nos emocionan los cachorros,
El sueño del Sáhara se hace líquido en nuestros ojos, y las lágrimas no bastan para regar la hamada. Soñamos con el Sáhara y despertamos angustiados cuando los niños cambian la voz y las niñas se enfundan en sus melfas de colores. No hay Sáhara, no hay futuro sin libertad. Mientras, los yogourts, lentamente, se llenan de arena.
Jordi Solans
Rasd-tv
Fuente: Poemario por un Sáhara Libre
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