Colectivo de la Juventud Saharaui
6 de enero de 2009
Un país quiere eliminar a otro de la faz de la tierra con el pretexto de que lo puedan eliminar. Un país pone en funcionamiento la maquinaria de la muerte contra un pueblo acusándolo de defenderse. Los palestinos deben ser eliminados para ser salvados del peligro palestino. Esta asimétrica guerra "diseñado principalmente - dice el escritor paquistaní Tariq Alí- para ayudar a los partidos israelíes a triunfar en las próximas elecciones", con el mismo lánguido argumento que las anteriores y, me mucho temo que, también, las venideras, refleja el desprecio a la vida por los que dicen defender la vida. ¿El concepto de vida tiene acepciones que los demás ignoramos?, si es así, ¿de qué acepciones se trata? Lo que vemos, sin embargo, demuestra que algunos entienden el concepto de forma distinta al resto de los mortales, de ahí que sea ésta su forma de desearle un feliz año nuevo a los inocentes que matan.
Mueren más de cien palestinos por cada israelí, que es la tristemente célebre costumbre a la que tristemente nos acostumbraron. ¿Por qué se convirtió en costumbre lo que las costumbres repudian? Otros tantos palestinos mueren por cada muro que un cohete, lanzado por Hamas, destruye, costumbre ésta que las costumbres no entienden porqué se convirtió en costumbre. El eco de las condenas en el mundo entero es ensordecedor. Los pueblos del mundo entero asisten perplejos a la matanza, creyendo estar viendo una película de terror, cuando este terror real es el horror que la maquinaria de la muerte fabrica impunemente ante los ojos de los mudos, las bocas de los ciegos, las orejas de los charlatanes. Pocos, muy pocos, apoyan ciegamente lo que los ciegos condenan. Algunos gobiernos condenan, otros lamentan. Nadie, absolutamente nadie, actúa.
La Organización de las Naciones Unidas (sarcástica definición, la de unidas), sigue siendo un órgano decorativa en el escenario político internacional. Muchos, no sin razón, cuestionan su papel como “garante de la paz universal”. De momento esta guerra universal le gana la batalla, con creces, a la paz universal que sólo puede presumir de ser una frase bonita.
Algunos se preguntan por la diferencia entre el Gueto de Varsovia y la Franja de Gaza, mi respuesta se reduce a que en el primero hubo un holocausto, y en el segundo hay un holocausto en la era de las tecnologías modernas (las de matar). Es decir, la única diferencia es que uno fue en el siglo pasado. En el siglo veinte y dos, tal vez, lo que ocurre, si la historia no se enferma de amnesia, y si este planeta consigue salir ileso de los atropellos que contra él se producen (y se reproducen), será considerado Holocausto.
Mustapha M-Lamin Ahmed.
Valencia, 06 de enero de 2009.
*Viñeta realizada por JR. Mora para el Anillo Solidario.
+ información en SAHARA RESISTE: PALESTINA RESISTE
Fuente: Colectivo de la Juventud Saharaui
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1 comentario:
Ni expulsados, ni masacrados, ni segregados. Los palestinos abandonaron o vendieron sus tierras en su mayoría, y nunca tuvieron un Estado propio. Cuando se les ofreció, el Corán (sura 5:51) pudo más que el derecho a la autodeterminación, por lo que decidieron no admitir ningún pacto que legitimase a lo que ellos llaman “la Entidad Sionista”. En señal de solidaridad, los países árabes del entorno los desprecian, salvo cuando conviene que sean mártires de la bestia judía. Sin embargo, muchos de ellos se han integrado en el Estado racista de Israel como ciudadanos de pleno derecho.
Gaza, por lo demás, es plaza sitiada, y si Palestina ha perdido tierra ha sido a causa de las constantes e insensatas guerras y agresiones promovidas contra su vecino para mayor gloria de Allah. Gran parte de los palestinos adquirieron su condición de refugiados a causa de la guerra declarada a Israel el día siguiente al de su fundación. Si la mantienen es en gran medida por voluntad de esos Estados agresores y suya propia como cuña antisemita de aquéllos.
Ahora bien, ¿hubo abusos y confiscaciones? Indudablemente, aunque no pueda hablarse de robo sin Estado que garantice la propiedad como derecho derivado de un justo título. La máxima “la propiedad es el robo”, lema de izquierdas por cierto, es hasta cierto punto correcta. Toda propiedad sobre lo no producido o extraído por uno es en primer lugar usurpada, ya que no existe un derecho natural a ser propietario de algo cuya existencia no se deba a nosotros. Sí, en cambio, a ser compensado en caso de desposesión.
Partamos de la base de que Israel ha desposeído injustamente a algunos palestinos de sus tierras. Si estas tierras le son disputadas a Israel por la fuerza de las armas y vence, las adquiere por derecho de conquista, al no estar integradas previamente en ningún Estado internacionalmente reconocido.
Y, en fin, tampoco podemos ignorar que los sucesivos gobiernos judíos han hecho concesiones de tierras sin estar a ello obligados, tomándolas como valor de negociación frente a una tribu que, desde la inferioridad moral y militar, le negaba su derecho a existir como Estado. Algo nunca visto.
Hablar de resistencia sin invasión, pues no hay invasión sin Estado que pueda ser invadido, es la verdadera falacia. Seguro que también somos capaces de establecer una diferencia entre un terrorista y un invasor, o entre la lucha política por el cambio de gobierno y la lucha anarquista o fascista por la destrucción de un Estado.
Es una avilantez limitarse al recuento de muertos, confundir superioridad técnica con maldad y comparar el “fanatismo” de unos y otros desde la equidistancia. Y es igualmente indigno colocar en la misma balanza al pseudoterrorismo (en realidad, legítimo ejercicio de la soberanía) y al terrorismo a secas; a los daños colaterales que derivan de la estrategia militar y a los intencionales motivados por el odio religioso y étnico.
El de Hamas es un gobierno terrorista para los propios palestinos. Para Israel es también una amenaza invasora. Hamas no es un criminal al que Israel deba apresar y juzgar, sino un enemigo al que ha de aniquilar.
No es digno de elogio este “ponerse en el lugar del otro”. Si fuéramos palestinos y, además, medianamente inteligentes, odiaríamos a Hamas en lugar de jalearlo con una indignación mujeril e irresponsable.
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