Artículo de J. Gabriel Herrería Herrería, Vicepresidente de Cantabria por el Sáhara
Corrían los últimos días del año 1975, días de esperanzada incertidumbre para los españoles y de sangriento presente y sombrío futuro para los saharauis.
Eran jóvenes, adolescentes, niñas que colgaban de los brazos de sus hermanos mayores o de los pechos de sus madres. Algunas tuvieron la “suerte” de hacer la larga travesía hacia el exilio en el vientre de sus madres y llegaron a ver la luz bajo el estrellado cielo de la hamada argelina de Tinduf. Muchas perdieron a sus padres, a sus hermanos, a sus amigas de la infancia..., víctimas del hambre, de la deshidratación o del NAPALM y las nubes de fuego del fósforo blanco lanzado por la aviación marroquí. Los rostros de otros parientes y amigos se fueron quedando desdibujados por el paso del tiempo, frágil la tierna memoria infantil, imposible el reencuentro por el muro asesino levantado por el invasor.
Se hicieron mujeres al tiempo que enterraban a sus mayores en una tierra que no era la suya, crecieron mientras escuchaban, en boca de los ancianos a los que cuidaban con esmero, historias y cuentos de camellos, de oasis, de gacelas, de playas y mares. Se convirtieron en novias, esposas,...viudas. Y parieron hijos para la paz que lo fueron para la guerra. Su sudor y sus lágrimas regaron la infértil hamada. También sus risas, y sus canciones, y sus bailes y su serena y dura belleza. Y la humanizaron. Y de la nada comenzaron a surgir escuelas y hospitales, huertos y telares con los que tejer camellos, oasis, gacelas, playas y mares... sueños de paz y libertad.
Han pasado treinta y dos años. Muchas descansan ya eternamente bajo el implacable sol del desierto argelino, tan cerca y a la vez tan lejos de su anhelado Sáhara. Atrás han ido quedando dieciséis años de guerra, el frustrante alto el fuego del año 1991, las promesas mil veces incumplidas, las traiciones, la tremenda decepción de ver como el camino de la vía pacifica, que comenzaron hace ya dieciséis años, no parece conducirles al reencuentro con sus seres queridos en un Sahara Occidental en paz y libre de la ocupación marroquí. Pero ellas, Madres Coraje, siguen ahí. Al frente de escuelas, de hospitales, de Dairas y Barrios, de sus jaimas, de sus familias numerosas, pariendo hijos para la paz y la libertad que lo siguen siendo para sufrir el exilio de la hamada de Tinduf o la tortura de los carceleros marroquíes en el Sáhara Occidental.
El verano llega a Tinduf, el aire abrasa los pulmones, se vuelve irrespirable y el infierno se hace presente en la tierra. Es el momento en que miles de pequeños embajadores se separan de sus madres para pasar dos meses entre nosotros y para mostrarnos que, a pesar de todo, la vida continúa haciéndose un hueco en la inhóspita hamada. Mediante el programa “Vacaciones en Paz”, diez mil niños y niñas saharauis llegan a España para ser acogidos por otras tantas familias distribuidas por toda la geografía nacional. Es el momento en que las palabras de Hendu Ahmedna Gailani, responsable de la Unión de Mujeres Saharauis de la wilaya de Dahla, cobran pleno sentido:
“Agradezco la solidaridad de las familias de Cantabria que acogen con cariño a nuestros hijos en “Vacaciones en Paz”, pero les recuerdo que en este árido desierto permanecen miles de madres anhelando su regreso después de cada verano desde hace ya ... demasiados veranos. Agradecemos la posibilidad que les ofrecen de bañarse en las playas del Mar Cantábrico, pero les recuerdo que en el Sáhara Occidental les esperan cientos de playas bañadas por un inmenso y maravilloso océano. Agradezco su ayuda, agradezco sus promesas, incluso las incumplidas, pero tengo que decirles que los saharauis estamos hartos de sentir la desagradable sensación de habernos convertido en un parque temático: el Gran Parque temático de la Solidaridad. Por favor, ¡sáquennos de aquí! Devuélvannos nuestro país! Y háganlo antes de que las madres saharauis y marroquíes tengamos que llorar de nuevo sobre la sangre derramada de nuestros hijos”.
Estas palabras, que prologan el libro “Miradas con voz: Saharauis en tierra prestada”, editado por la ONG Cantabria por el Sáhara, fueron pronunciadas por Hendu ante una delegación de miembros de la ONG y políticos cántabros que visitaban los campamentos saharauis en marzo de 2006. Impresionantes palabras que denotan el desgarro que les produce la separación de sus hijos, el agradecimiento a las familias que les acogen, la confianza en los pueblos de España, a pesar de las traiciones de sus gobernantes, el recuerdo solidario para otras madres que sufren. Y por encima de todas las cosas, el grito desgarrador que ruega, que exige Paz y Libertad para su pueblo. Tenedlas presentes, amigos y amigas de Vacaciones en Paz, cada vez que acariciéis a uno de estos pequeños, cada vez que sintáis el irrefrenable deseo de estrecharlos entre vuestros brazos, cada vez que sintáis la humana y protectora tentación de que permanezcan para siempre a vuestro lado. Y al final del verano, llenad el hueco dejado por su ausencia con el duro pero gratificante esfuerzo de ayudarles a hacer realidad sus sueños.
Ellas les esperan al final del verano. Ellas les quieren ver creciendo libres en el Sáhara Occidental.
Fuentes:
*Cantabria por el Sáhara
*POEMARIO POR UN SAHARA LIBRE
Corrían los últimos días del año 1975, días de esperanzada incertidumbre para los españoles y de sangriento presente y sombrío futuro para los saharauis.
Eran jóvenes, adolescentes, niñas que colgaban de los brazos de sus hermanos mayores o de los pechos de sus madres. Algunas tuvieron la “suerte” de hacer la larga travesía hacia el exilio en el vientre de sus madres y llegaron a ver la luz bajo el estrellado cielo de la hamada argelina de Tinduf. Muchas perdieron a sus padres, a sus hermanos, a sus amigas de la infancia..., víctimas del hambre, de la deshidratación o del NAPALM y las nubes de fuego del fósforo blanco lanzado por la aviación marroquí. Los rostros de otros parientes y amigos se fueron quedando desdibujados por el paso del tiempo, frágil la tierna memoria infantil, imposible el reencuentro por el muro asesino levantado por el invasor.
Se hicieron mujeres al tiempo que enterraban a sus mayores en una tierra que no era la suya, crecieron mientras escuchaban, en boca de los ancianos a los que cuidaban con esmero, historias y cuentos de camellos, de oasis, de gacelas, de playas y mares. Se convirtieron en novias, esposas,...viudas. Y parieron hijos para la paz que lo fueron para la guerra. Su sudor y sus lágrimas regaron la infértil hamada. También sus risas, y sus canciones, y sus bailes y su serena y dura belleza. Y la humanizaron. Y de la nada comenzaron a surgir escuelas y hospitales, huertos y telares con los que tejer camellos, oasis, gacelas, playas y mares... sueños de paz y libertad.
Han pasado treinta y dos años. Muchas descansan ya eternamente bajo el implacable sol del desierto argelino, tan cerca y a la vez tan lejos de su anhelado Sáhara. Atrás han ido quedando dieciséis años de guerra, el frustrante alto el fuego del año 1991, las promesas mil veces incumplidas, las traiciones, la tremenda decepción de ver como el camino de la vía pacifica, que comenzaron hace ya dieciséis años, no parece conducirles al reencuentro con sus seres queridos en un Sahara Occidental en paz y libre de la ocupación marroquí. Pero ellas, Madres Coraje, siguen ahí. Al frente de escuelas, de hospitales, de Dairas y Barrios, de sus jaimas, de sus familias numerosas, pariendo hijos para la paz y la libertad que lo siguen siendo para sufrir el exilio de la hamada de Tinduf o la tortura de los carceleros marroquíes en el Sáhara Occidental.
El verano llega a Tinduf, el aire abrasa los pulmones, se vuelve irrespirable y el infierno se hace presente en la tierra. Es el momento en que miles de pequeños embajadores se separan de sus madres para pasar dos meses entre nosotros y para mostrarnos que, a pesar de todo, la vida continúa haciéndose un hueco en la inhóspita hamada. Mediante el programa “Vacaciones en Paz”, diez mil niños y niñas saharauis llegan a España para ser acogidos por otras tantas familias distribuidas por toda la geografía nacional. Es el momento en que las palabras de Hendu Ahmedna Gailani, responsable de la Unión de Mujeres Saharauis de la wilaya de Dahla, cobran pleno sentido:
“Agradezco la solidaridad de las familias de Cantabria que acogen con cariño a nuestros hijos en “Vacaciones en Paz”, pero les recuerdo que en este árido desierto permanecen miles de madres anhelando su regreso después de cada verano desde hace ya ... demasiados veranos. Agradecemos la posibilidad que les ofrecen de bañarse en las playas del Mar Cantábrico, pero les recuerdo que en el Sáhara Occidental les esperan cientos de playas bañadas por un inmenso y maravilloso océano. Agradezco su ayuda, agradezco sus promesas, incluso las incumplidas, pero tengo que decirles que los saharauis estamos hartos de sentir la desagradable sensación de habernos convertido en un parque temático: el Gran Parque temático de la Solidaridad. Por favor, ¡sáquennos de aquí! Devuélvannos nuestro país! Y háganlo antes de que las madres saharauis y marroquíes tengamos que llorar de nuevo sobre la sangre derramada de nuestros hijos”.
Estas palabras, que prologan el libro “Miradas con voz: Saharauis en tierra prestada”, editado por la ONG Cantabria por el Sáhara, fueron pronunciadas por Hendu ante una delegación de miembros de la ONG y políticos cántabros que visitaban los campamentos saharauis en marzo de 2006. Impresionantes palabras que denotan el desgarro que les produce la separación de sus hijos, el agradecimiento a las familias que les acogen, la confianza en los pueblos de España, a pesar de las traiciones de sus gobernantes, el recuerdo solidario para otras madres que sufren. Y por encima de todas las cosas, el grito desgarrador que ruega, que exige Paz y Libertad para su pueblo. Tenedlas presentes, amigos y amigas de Vacaciones en Paz, cada vez que acariciéis a uno de estos pequeños, cada vez que sintáis el irrefrenable deseo de estrecharlos entre vuestros brazos, cada vez que sintáis la humana y protectora tentación de que permanezcan para siempre a vuestro lado. Y al final del verano, llenad el hueco dejado por su ausencia con el duro pero gratificante esfuerzo de ayudarles a hacer realidad sus sueños.
Ellas les esperan al final del verano. Ellas les quieren ver creciendo libres en el Sáhara Occidental.
Fuentes:
*Cantabria por el Sáhara
*POEMARIO POR UN SAHARA LIBRE
No hay comentarios:
Publicar un comentario