miércoles, 27 de junio de 2007

Generación de la Amistad: 'La flor del desierto' y 'Naziha'


La flor del desierto

De la sombra de una duna nace una luz que se traslada mirando el sol a lo largo del día así se puede describir la historia de un poema en hasania, porque la poesía es el movimiento de los sentimientos expresado en palabras que se trasladan persiguiendo un sueño, una imagen o una sensación.

El pueblo saharaui ha sufrido a lo largo de estos años su particular Odisea representada en varias generaciones de poetas que nacieron ante la impecable impotencia de la palabra. El destierro, la peregrinación y la indiferencia marcan el sentido de cada verso que nace para buscar una respuesta desde la indignación. Cuando la voz se siente muda, abandonada en su larga agonía busca refugio en la belleza y de esa belleza nace la razón de un poeta indignado.

Umdraiga una herida abierta con enormes cicatrices, una sinrazón que los verdugos han convertido en su razón. Llegó el fantasma de la guerra que sembró muerte, sangre y horror creyendo que el polvo era suyo, cuando el polvo de nuestros pasos nació libre corriendo detrás de las huellas de un dromedario nómada. Un dromedario que cruzó muchas fronteras, muchos desiertos buscando la utopía de la libertad.

Con nuestros versos sobrevivimos ajenos a la indiferencia humana porque el exilio y el refugio marcan el latido del corazón. Un corazón que siente la sangre de la poesía recorrer las profundidades del cuerpo y en esa trayectoria crece el sueño de la esperanza y muere en nuestras manos la mano del tirano que desde el cielo lanzó el mensaje ignominioso de la muerte destruyendo los pasos inevitables de la vida.

Los poetas asumen su particular batalla fundiendo la imaginación en palabras y de esa fusión nacen un nuevo canto que perdurará en la memoria de muchas generaciones que entienden y sienten la historia de nuestros hermanos en El Aaiun. Una historia cercenada por el dolor desgarrador que produce una tiranía aferrada a enterrar en las arenas del Sahara la voz rebelde de un pueblo pacífico.

Cuando la nostalgia invade la mente reflexiva y el amor al verso nos causa un infinito dolor, el poeta Mario Benedetti nos dice:

“El silencio se esconde en el silencio
es el cero del mundo en su letargo
no hay vértigo ni ruido que lo alteren
su soledad es larga y cenicienta

El silencio es la pausa interminable
algo como el envés del universo
comulga con los cándidos suicidas
que son los que se abrazan a su nada

Es la última fe de los callados
el lago de las almas en reposo
y si las barahúndas lo persiguen
el silencio se esconde en el silencio”.

Esperamos que el silencio sea una voz que transforme esta melodía en un sonido alegre que les devuelva a los saharauis un trozo de paz en medio de Umdraiga, una tierra que quemaron con el horror del fuego.

Ali Salem Iselmu


Naziha

Naziha, era una niña de cuatro o cinco años, que en medio de una tormenta vio un globo verde. ¡Un globo verde, qué maravilla!, dijo ella, y salió corriendo trás él. Naziha corrió y corrió, sin poder alcanzarlo. Cuando se dio cuenta estaba ya lejos de su jaima. Ella no sabía dónde vivía, ni dónde estaba. Una mujer la recogió, y la llevó a su jaima. La niña tenía mucha sed, y la mujer le dio agua, agua en un cuenco de metal. En el fondo del cuenco había tierra y hormigas muertas, dormidas o desmalladas, a la niña le dio asco, pero tenía tanta sed que bebió el agua con placer, y bebió las hormigas.

La abuela de Naziha se enteró de su paradero y fue a recogerla, después de llevar horas buscándola por todas partes. Cuando fueron a la jaima de la mujer sólo habían hormigas, muchas hormigas, que rodeaban a una más grande que las demás, su color era verde brillante como una esmeralda.

La abuela y la mujer miraron y revisaron todos los rincones, la cocina y el baño, salieron fuera para ver las huellas de Naziha, por si volvió a salir cuando la mujer la dejó sola para que avisaran a su familia, pero el viento seguía soplando y todo lo que las personas escribían con la caligrafía de sus pies se borraba.

La abuela se sentó al lado de las hormigas y con voz dulce les susuró: "Hormigas, yo no les voy echar gasolina, ni dejaré que las gallinas les picoteen, ni derrumbaré vuestro hogar. Yo les daré azúcar, migas de pan y cus-cus, si me dicen dónde está mi niña".

La tormenta se intensificó, y agitó duramente la jaima, las dos mujeres se agarraron al palo para sostenerlo y evitar que les aplastara. La arena se filtraba por todas partes y todo se oscureció. Algún bicho picó a la abuela, y la mujer buscó a ciegas la linterna que siempre guardaba al lado de donde apilaba las mantas, y fue hasta el baúl grande para sacar el viejo botiquín, cuando levantó la tapa del baúl, allí estaba Naziha acurrucada, medio dormida y abrazada a un globo verde.

Limam Boisha

Fuentes:
*Generación de la Amistad Saharaui
*POEMARIO POR UN SAHARA LIBRE
*Cantabria por el Sáhara
*SaharaLibre.es

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