miércoles, 29 de agosto de 2007

EN LA DESPEDIDA DE FRANCISCO UMBRAL: 'LOS SAHARAUIS'

LOS PLACERES Y LOS DIAS
Los saharauis


El Mundo. 21/12/2001
FRANCISCO UMBRAL

La corona de encajes en el pelo, la estrella y la luna en el desierto, los ojos negros asustando lo blanco, el fruncido blanco, rojo y verde de la túnica, el encanto adolescente y maltratado de la República Saharaui, Dajla y Aaiun, dos miradas azules para soñar el mar. La República saharaui, hecha de costa y geometría, cerrada por Marruecos, por Argelia, por Mauritania, donde un desierto verde se encuentra con un mar verde y ahí viven unos hombres, unas mujeres, tan entrañablemente españoles a su manera, tan desgraciadamente olvidados a la nuestra.

Ellos no nos olvidan y lamentan que, una vez más, no celebrarán el año nuevo en sus sencillas casas, debido a la pasividad de la comunidad internacional frente al ocupante marroquí. «Que la paz y la justicia hagan su mejor alba», me dicen bellamente en este escrito, donde otra vez se impide a los saharauis regresar a su tierra siendo ellos mismos. El señor Zapatero ha estado con el rey de Marruecos y ha accedido a que no se celebre el referéndum sobre el Sahara. En catorce años de gobierno socialista, en varios años de gobierno nacionalista, la ignorancia sobre el Sahara se prolonga y ya ni siquiera sabemos si el Frente Polisario vive o muere, porque sus niños no han vuelto a jugar a la Casa de Campo madrileña y no hemos vuelto a hablar un español tan ingenuo y tan puro como el que ellos hablaban, pobres niños, creyéndose en casa.

La visita de Zapatero a Marruecos, en el mejor estilo filipino, no parece que haya servido para mucho salvo para dar un poco de actualidad al partido. Se trataba de apuntarse un éxito personal más que de resolver nada. Se trataba, sobre todo, de robarle al Gobierno ese viaje. No sabemos si adecuado o inadecuado, pero uno cree, por encima o por debajo de todos los derechos o protocolos, que el señor Zapatero ha hecho bien en ir a Marruecos, pero ha hecho mal en volver. En volver con las manos vacías, quiero decir. El viaje, así, se ha quedado en meramente electoralista u ocasionalista. Hay muchas cosas que decir de ese viaje, pero quedémonos hoy con un sello pegado al corazón, con las pulseras de las adolescentes saharauis que nos sonríen desde tan lejos y tan cerca.

Sahara color de arena, arena con calidad de carne de mujer, Marruecos blanco y hermético, agresivo, Argelia gris y de vuelta, con sus mejores diplomáticos en París, enterados para siempre de que aquel socialismo no era posible porque no venía de Marx ni siquiera de Albert Camus. Mauritania amarilla como el talón desnudo de la raza. El viaje de Zapatero se queda en protocolario si no consigue de aquellos pueblos, de aquellas tierras, una marcha verde más allá de lo verde, si no consigue otra cosa que quitarle el balón a Aznar durante diez minutos. Estas cosas le pasan a Aznar porque tampoco ha vivido la noche saharaui y española con vinos y palabras compartidos cuando el cielo tiene luz de licor y reconocemos en esta raza a nuestros primos hermanos, que confiaban en España para escapar de las negras tiranías del desierto. Pero ellos nos han enseñado español a nosotros una vez más: «Que la paz y la justicia hagan su mejor alba».

Fuente: POEMARIO POR UN SAHARA LIBRE

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