jueves, 8 de mayo de 2008

Palabras de Caramelo de Maria Parrato en Titirimundi


Poemario por un Sáhara Libre
7 de mayo de 2008

Palabras de Caramelo

“Hay una historia… ¡un niño!... te llamas Kori pero tú no lo sabes porque eres sordo. Tu mejor amigo es un joven camello. .. y él es quien te enseñará a descubrir la poesía”

basado en la obra del mismo título de Gonzalo Moure

Latas laminadas por las ruedas de los camiones palitos cincelados por el siroco y el tiempo y telas y suspiros y risas

La tierra siempre presente… el viento mueve arena en forma de lluvia, nos queda la leche y la carne. Todo vuelve a la tierra.

El próximo 10 de mayo la compañía de Títeres de María Parrato pone de largo su “Palabras de Caramelo” en el festival anual de Titirimundi, en Segovia. Si queréis información, pinchad este vínculo

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Gonzalo Moure

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"La vida está en todas y cada una de las cosas. Sólo hay que abrir la puerta y dejar que salga." Ésta es la frase de una titiritera que pudo nacer a finales del siglo XIX y que antes de la Guerra contó con el favor y la admiración de los intelectuales de la época. Una mujer que lograba animar lo inanimado, dar vida al objeto más sencillo o más común con la única ayuda de sus manos. Pudo haber existido o ser sólo fruto de la imaginación.

Sus manos dejaron huella en todos aquellos que la conocieron. Fueron durante mucho tiempo su herramienta de trabajo y su vida. Con ellas, escribió, talló, pintó, cinceló, manipuló, interpretó... y con esas mismas manos, mágicas y fascinantes, destruyó toda su obra al conocer la muerte de Federico García Lorca. Desde ese mismo día renunció a su arte y nunca más volvió a coger un títere ni dejó que sus manos volviesen a contar historias. Se fue de España y no regresó hasta un año antes de su muerte, en 1997. “Sólo tuvimos un año para conocerla, un año en el que abandonó su silencio por amor al teatro y nos regaló sus recuerdos, sus sueños de artista, su memoria como titiritera”, cuenta un titiritero. Ella era María Parrato, y la compañía que bebió de su fuente e inspiración la que ahora lleva su nombre y que en 1994 se fundó en Cabezuela (Segovia) con el nombre de Kiriki. Han pasado ya unos años, y son muchos los espectáculos (La flor de la lluvia; Una tarde de merienda; La rosa del desierto; Los godofrodos burlones; La estatua del príncipe; Orellana o el descubrimiento del Amazonas; Las andanzas de Pepitín; Hace muchas lunas; Canción de Navidad; Mil grullas; No te asuste mi nombre; Ping, y un largo etcétera) que nos han regalado, con su delicadeza y ese alma de las cosas que saben mecer con cuidado en unas manos prodigiosas.

Palabras de caramelo es uno de sus últimos espectáculos, fruto de la lectura del libro homónimo de Gonzalo Moure y de una visita de los titiriteros María y Kim a los campamentos de refugiados saharauis. La amistad entre Kori, un niño saharaui sordo, y Caramelo, un pequeño camello, les llegó al corazón y decidieron que tenían que darle vida en su mundo de marionetas. María, pues, ha creado un espectáculo que, a través de la poesía, cuenta la historia de una amistad para hablar del conocimiento de uno mismo y de la superación de las limitaciones. Un montaje del que es preciso disfrutar con todos los sentidos, porque cada escena es un deleite para la vista y el oído, con colores preciosos de telas que se deslizan, sombras chinescas, juegos visuales y la preciosa música de Kim. Pero también huele a lebjur, a leche de camella, a la aridez de la arena de ese terrible desierto prestado dentro de un paisaje de objetos y materiales diversos donde el taco de madera, animado por las manos de María, se transforma en Kori, un niño tan desnudo como al nacer y con tanta vida como le imprime su creadora.

Palabras de Caramelo de María Parrato es, para quienes ya la han degustado, un alarde estético. Poesías escritas en el aire sin palabras, con luces borrosas y sombras, tazas que son ancianas, teteras que son hombres serios, fluido constante y siseante de arena: té, agua, leche, sangre. Y esas manos…

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